miércoles, 30 de julio de 2008

La iglesia de San Pablo celebra el Año Jubilar

La Iglesia San Pablo Apóstol (Nazca 4249, Buenos Aires) dio a conocer el programa de actividades para el Año Paulino Internacional, que se inició el pasado 28 de junio y se extenderá hasta el 29 de junio de 2009. El templo es además uno de los cuatro de la arquidiócesis de Buenos Aires en los que se pueden ganar las indulgencias plenarias en este Año Santo.
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Hasta el 1º de octubre la iglesia permanecerá abierta todos los días de 9 a 12.30 y de 15.30 a 19 (el horario de verano se confirmará más adelante).
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A partir del 1º de octubre habrá misas todos los días a las 7.15 y continuarán los horarios habituales.
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Todos los días a las 9 se reza la oración de la mañana, que puede ser el Rosario, la Liturgia de las Horas o una oración en honor de San Pablo; a las 17.30 se oficia la misa o bien, una celebración de la Palabra; los domingos habrá misa a las 10.
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Los primeros lunes de cada mes, después de la celebración de la Palabra, se proyectarán películas; los terceros sábados de cada mes se celebrará la Misa del Peregrino a las 17, y los cuartos sábados, después de la celebración de las 17.30, habrá un encuentro de Lectio Divina para jóvenes. Los días 29 de cada mes a las 19 se celebrará la misa en honor a San Pablo.
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Algunas de las actividades programadas son:
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2008:
  • Los días 14 de agosto, 8 y 9 de setiembre, 13 de octubre y 11 de noviembre habrá una Presentación de la Vida del Apóstol San Pablo, a través de íconos contemporáneos. Su vida, testimonio, viajes apostólicos, martirio y su mensaje, a cargo de Teresa Groselj FSP.
  • El 28 de agosto se dictará la conferencia: “Del encuentro de Damasco a la carta de los Filipenses”, a cargo de la hermana María de la Paz Carbonari, PDDM.
  • El 21 de setiembre en la misa de las 10 se impartirá la bendición de San Pablo Peregrino y se hará el envío de visita a las parroquias, comunidades, instituciones y familias del barrio.
  • Los miércoles 15, 22 y 29 de octubre a las 17 habrá un ciclo de charlas sobre el Apóstol y misa, a cargo de monseñor Luis H. Rivas; y el 18 de octubre a las 17 será la Misa del Peregrino, presidida por el presbítero Néstor Gallego. Ese día se realizará la visita de san Pablo Peregrino a la basílica de San Antonio.
  • Del 26 al 29 de diciembre a las 17 se ofrecerán charlas sobre la Vida, obra y las Cartas de san Pablo, por el presbítero Gabriel Nápoli; el 29 a las 19 se oficiará la misa en honor de San Pablo.
2009:
  • El domingo 25 de enero, fiesta de la Conversión de san Pablo, habrá misas a las 10 y a las 19.30. Esta última estará acompañada por un acto religioso y cultural.
  • La celebración de clausura del Año Paulino será el lunes 29 de junio a las 18.
Celebraciones y actos ecuménicos:
Durante el año están previstas además otras actividades, como proyecciones de audiovisuales, obras de teatro, conciertos y actos culturales; se ofrecerá el servicio pastoral de la escucha y con la participación de los colegios, se llevarán a cabo obras de pintura mural y pavimental.
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Más información: (011) 4572-3926, 4571-4717, 4571-0931, iglesiasanpablo@live.com e iglesiasanpablo@argentina.com

lunes, 28 de julio de 2008

Video Año Paulino

Inauguración Año Paulino

Ante el año de san Pablo

Por monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, obispo de Córdoba, España


CÓRDOBA, sábado, 31 mayo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la carta que ha escrito monseñor Juan José Asenjo Pelegrina, obispo de Córdoba, ante el año de san Pablo convocado por Benedicto XVI.
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El Papa Benedicto XVI ha convocado el Año Paulino, a celebrar del 28 de junio de 2008 al 29 de junio de 2009, con ocasión del bimilenario del nacimiento del Apóstol San Pablo, que los historiadores sitúan entre los años 7 y 10 después de Cristo, y cuyas reliquias se guardan bajo el altar papal de la basílica romana de San Pablo Extramuros, en el sepulcro recientemente descubierto por los arqueólogos.

Los objetivos que ha marcado el Papa para este año son redescubrir la figura y la actividad de San Pablo en sus múltiples viajes apostólicos, de los que guardan memoria los Hechos de los Apóstoles; volver sobre sus cartas, dirigidas a las Iglesias que él fundó y a algunos de sus colaboradores, un auténtico tesoro para la teología y la espiritualidad cristiana; acoger sus ricas enseñanzas; renovar nuestra fe y nuestro compromiso apostólico y evangelizador; y rezar y trabajar por la unidad de todos los cristianos en una Iglesia unida, que el Apóstol entendió como el único Cuerpo de Cristo.

Pablo, nacido en Tarso de Cilicia, en Asia Menor, fue en su juventud un judío celoso y observante de la ley de Moisés. Por ello, tan pronto como el cristianismo comienza a expandirse fuera de las fronteras de Israel, pide permiso al sanedrín judío para perseguir a los cristianos de Damasco (Hech 9, 2). Allí se dirige, cuando una luz cegadora lo derriba del caballo. Tiene lugar entonces su encuentro decisivo con Cristo que marcará toda su vida. Luego de un periodo de interiorización orante, en el que comprende en toda su profundidad el misterio de Cristo, inicia su ministerio anunciando a Jesucristo, salvador y redentor, a los gentiles. En sus múltiples viajes misioneros, a lo largo y ancho del mundo mediterráneo, superando enormes dificultades, peligros, prisiones y naufragios, fundó numerosas comunidades cristianas, que fueron su gozo y su corona. En todas ellas anunció a Jesucristo resucitado y su Evangelio, poniendo al frente de ellas pastores a los que él mismo impuso las manos.

A lo largo de la historia de la Iglesia, San Pablo ha sido considerado como el prototipo del apóstol cristiano, el modelo de nuestro de Ávila, apóstol de Andalucía, de nuestro San Francisco Solano, apóstol de la América hispana, y de San Francisco Javier, apóstol en el lejano Oriente, y de tantos y tantos apóstoles y misioneros, sacerdotes, consagrados y seglares. ¿Cuál es el secreto de su ímpetu evangelizador y de su fuego misionero? La respuesta es muy sencilla: su amor ardiente a Jesucristo. No hay otra. A partir de su encuentro sorprendente con Cristo, el Señor es su razón de ser. No existe otro interés o móvil que vivir con Él y para Él, hasta poder afirmar: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gál 2,20).

De su identificación y comunión permanente con Jesucristo, nace su irrenunciable compromiso misionero, sus cartas, sus viajes incontables, la fundación de nuevas comunidades, sus sermones ante las muchedumbres y la tarea paciente de formación de sus continuadores. Siente la urgencia de evangelizar, " a tiempo y a destiempo" (2 Tim 4,2), hasta poder exclamar: "Ay de mí si no evangelizare" (1 Cor 9,16). Y lo hace con convicción, valentía y audacia, sin temer incomprensiones y rechazos (2 Tim 1,7), anunciando a Jesucristo muerto y resucitado, la Cruz de Cristo, que es escándalo para los judíos y necedad para los griegos, pero para nosotros fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,18). Ella es el único camino que nos permite vivir la verdadera libertad de los hijos de Dios (Gál 5,1) y la novedad de vida que el Señor nos brinda con la fuerza misteriosa de su resurrección (Rom 6,4). Para ello, es necesaria la conversión, que nos permite vivir la vida según el Espíritu (Rom 8).

Sin perjuicio de las celebraciones diocesanas que en las próximas semanas, con la ayuda del Consejo Episcopal, pueda concretar para el próximo curso pastoral, ruego ya a los sacerdotes y religiosos con cura de almas, Rector del Seminario, Director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas "Beata Victoria Díez", Delegados diocesanos de Apostolado Seglar y de Hermandades y Cofradías y responsables de movimientos y grupos apostólicos, que propicien la difusión y lectura orante de las cartas de San Pablo, que organicen actividades para dar a conocer sus escritos y su estilo evangelizador, de modo que todos los miembros de nuestra Iglesia diocesana crezcamos en vigor apostólico y misionero. En los próximos días haré público también un decreto estableciendo los lugares y tiempos en que podremos lucrar que el Santo Padre ha concedido para este Año Paulino.

De momento, os convoco a la Peregrinación diocesana a Turquía, tras las huellas de San Pablo, que organizada por el Secretariado diocesano de Peregrinaciones, tendrá lugar entre los días 20 y 27 del próximo mes de septiembre y en la que yo mismo participaré. Estoy seguro de que será un verdadero acontecimiento de gracia para todos.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

jueves, 17 de julio de 2008

Mensaje del Episcopado Venezolano sobre el Año Paulino

Domingo 01 de junio de 2008

SAN PABLO, SERVIDOR DE JESUCRISTOY PREDICADOR DEL EVANGELIO (Rm 1,1)


Al Pueblo de Dios que peregrina en Venezuela, Salud y Paz en el Señor Jesús.

1. Por feliz iniciativa del Santo Padre Benedicto XVI, a partir del 29 de junio del presente año, se celebrará en toda la Iglesia Universal el AÑO PAULINO, cuyo objetivo, además de dar a conocer la figura y obra del Apóstol de las Naciones, es invitar a todos los creyentes y hombres de buena voluntad a profundizar en el mensaje que, por inspiración del Espíritu Santo, dejó a la Iglesia.
San Pablo escribió algunas cartas a diversas comunidades cristianas y a algunos de sus cooperadores más cercanos, lo cual constituye su principal patrimonio así como un tesoro inconmensurable, a partir del cual la teología, la liturgia, la catequesis y, en general, la acción evangelizadora de la Iglesia se han nutrido en el correr de los siglos.

APOSTOL DE JESUCRISTO

2. Pablo se distinguió en su juventud por ser un fogoso y fiel hebreo. Animado por su vivencia religiosa y considerando que actuaba de acuerdo a la Ley del Antiguo Testamento en una oportunidad solicitó licencias para ir en búsqueda de los seguidores de Cristo en Damasco y apresarlos (cf. Hech 9, 2). En el camino, por la acción del Espíritu Santo, experimentó un decisivo encuentro con Cristo, quien de perseguidor lo convirtió en un Apóstol para propagar, en medio de los gentiles el Evangelio de Jesucristo (cf. Hech 9,3ss). Su conversión marcó su vida: luego de la misma, tuvo un tiempo de discernimiento, interiorización y oración para así profundizar en el misterio de Cristo. Desde su conversión y bautismo, superando miles de dificultades, se convirtió en un decidido Apóstol del Señor, Pastor de comunidades y Testigo del Resucitado. Pablo también se destacó como un misionero que supo vencer cualquier tipo de obstáculo, desde prisiones y naufragios, hasta incomprensiones y críticas, con el objetivo de llevar el anuncio del Evangelio por todas partes.

3. Pablo tomó conciencia de ser APOSTOL DE JESUCRISTO, como lo refleja en algunas de sus Cartas (Rom 1,1). No se trataba sólo de un título, sino de un llamado que definió para siempre su existencia. Como Apóstol, se presentó cual elegido por Dios a quien le había dado una respuesta. Desde esa realidad, asumió dos actitudes importantes e irrenunciables: el compromiso de anunciar el Evangelio del Señor, pero también, y era lo más importante, manifestar que la razón de ser de su vida, desde el momento de su conversión, era Jesucristo el Señor. Todo lo que Pablo hizo y escribió, lo centró en el Señor Jesús, que inspiró su acción, y con el cual logró tener una comunión de vida de manera radical y permanente. Por otra parte, a sus discípulos, así como a los nuevos creyentes que iba consiguiendo para la Iglesia, les invitaba a que imitaran su ejemplo, pues haciéndolo, imitarían a Jesús

4. No dejó pasar ninguna ocasión para anunciar el Evangelio de Jesucristo. Lo hacía precisamente desde su propia experiencia. Así nos lo expresa en la carta a los Gálatas: "No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí" (2,20). Para él, Cristo era la fuente de su vida, de su acción apostólica y de la Iglesia a la que supo servir y amar con toda su fuerza. A todos pedía actuar en nombre del Señor, ya que en Él hay que poner toda la esperanza y confianza como creyentes. Anunció con valentía, sin temor a las incomprensiones y rechazos, que la cruz de Cristo es la que nos da la salvación, y que su resurrección es la que nos introduce en el camino de la novedad de vida (cf. Rom 6,4). El Cristo que predicó es el Señor vivo que derriba todo muro de división y convierte a los seres humanos en hombres nuevos (cf. Efes 2,14) Los liberó (cf. Gal 5,1), para que vivan en libertad y dejando las tinieblas llegaran a ser luz en el Señor (cf. Efes 5,8). El centro del mensaje de Pablo es el misterio de Cristo, que ilumina la existencia del cristiano. Sin Él no se puede hacer nada, Él es quien salva a la humanidad y quien nos introduce en la familia de los hijos de Dios.

AY DE MI SI NO EVANGELIZARA

5. Pablo, asumiendo a todo riesgo su condición de Apóstol de Jesucristo, no dudó en ningún momento en evangelizar. Esa fue su vida, como exclama en la carta primera a los Corintios: "Ay de mí si no evangelizara" (1 Cor 9,16). Pero evangelizar no se reducía sólo a un anuncio teórico de la Palabra de Dios. Pablo asumió muy bien lo que Jesús dejó como testamento a sus discípulos: ir a hacer discípulos a otros, para consagrarlos con el bautismo e introducirlos en el conocimiento y vivencia de la Palabra de Dios. (cf. Mt 28,19-20).

6. Tres son las características de la acción evangelizadora de Pablo: La primera de ellas es el anuncio explícito del evangelio de Jesucristo el cual realizó con mucho convencimiento. No predica por mero oficio, sino por convicción y desde la vivencia personal del misterio de Cristo. En esta línea es necesario tener presente que Pablo tuvo una especial dedicación por formar a sus discípulos y cooperadores, para que fueran también fieles discípulos del Señor y misioneros en las diversas comunidades de la Iglesia naciente y se encargaran de su pastoreo..

7. Una segunda característica es su compromiso por edificar la Iglesia, al crear y consolidar las comunidades eclesiales que estaban a su cargo (cf. 1Tes 1,2ss). Para ello, presentaba a la Iglesia como el Cuerpo de Cristo (Cf. Efes 4,4), donde todos los miembros estaban unidos por la gracia del bautismo y animados por la fuerza del Espíritu Santo. Por eso, también exhorta a sus más cercanos cooperadores a que no sientan temor en cumplir con su ministerio eclesial, pues el Señor no nos ha dado espíritu de timidez (cf. 2Tim 1,7), sino de fortaleza para cumplir con la misión de edificar el reino.

8. La tercera característica del servicio evangelizador de Pablo, es la insistencia en la conversión que implica la fe en Jesucristo. Creer en Jesús exige a los creyentes revestirse de Cristo, a actuar en su nombre y a caminar en la novedad de vida. Para ello, el creyente tiene una gracia particular: la vida en el Espíritu de la cual habla en la carta a los Romanos (cap. 8). Ese Espíritu "nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos al misterio de salvación para que seamos hijos del Padre y hermanos unos de otros; nos identifica con Jesús-Verdad, enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias ambiciones, y nos identifica con Jesús-Vida, permitiéndonos abrazar su plan de amor y entregarnos para que todos tengan vida en Él" (Doc. Ap. 137).

REAVIVA LA GRACIA RECIBIDA

9. A su discípulo Timoteo, Pablo le pide reavivar continuamente la gracia recibida por la imposición de las manos (cf. 2Tim 1,6). Si bien, Pablo se refiere al ministerio ejercido por su discípulo, esta invitación se nos hace de manera permanente a nosotros. La gracia del bautismo, vivida a través de los carismas y ministerios propios de cada bautizado, debe estar siempre presente y activa en cada uno de nosotros. Por eso, además de las variadas acciones evangelizadoras de la Iglesia, el Año Paulino nos sale al encuentro como un motivo para fortalecer la gracia recibida de parte de Dios.

10. En sintonía con lo que nos proponen la Iglesia Universal y, en nuestra nación, el Concilio Plenario de Venezuela, este tiempo es un momento oportuno para reafirmar nuestra pertenencia a la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Para ello, hemos de reforzar nuestra opción de seguimiento a Jesucristo, el Señor. En este sentido, las palabras de Pablo a Timoteo son un indicativo de lo que hemos de hacer: Acuérdate de Jesucristo... resucitado de entre los muertos, si con Él morimos, viviremos... y tendremos parte en su reino con Él (2Tim 2,8.11.12.). Nuestra existencia cristiana debe ser un reflejo de la gloria de Dios; por tanto, la comunión con el Señor Jesús, se debe mantener y manifestar de manera continua.

11. El Año Paulino nos permitirá, a través de diversas actividades eclesiales, así como de iniciativas comunitarias y personales, conocer mejor la obra y enseñanza de San Pablo. Recomendamos vivamente a los agentes de pastoral, particularmente a los párrocos, catequistas y religiosos a promover la lectura y estudios de sus Cartas, que no sólo servirá para enriquecer nuestra fe, sino también para favorecer el testimonio de vida de hijos de la luz (cf. Ef. 5,8), con el cual manifestamos a tiempo y destiempo el Evangelio de Jesús y nuestra adhesión a su Persona.

12. Invitamos a los párrocos, a los responsables de los Seminarios, de las Universidades Católicas y de los Institutos Superiores de la Iglesia, a los directivos de los Movimientos de Apostolado Seglar y demás agentes de pastoral a organizar jornadas de estudio sobre la vida y obra de San Pablo, la lectura orante de sus Cartas y todas aquellas actividades que favorezcan la difusión y conocimiento de lo que Pablo nos ha dejado como herencia especial con sus escritos y testimonio. Animamos, de manera muy especial a todos los agentes de pastoral a imitar el ardor apostólico de Pablo y a contagiarlo en medio de todos los fieles y hombres de buena voluntad.

13. Anhelamos que este Año Paulino, sea un tiempo propicio para que las diversas comunidades, organismos e instancias eclesiales confirmen su fe, en el amor y en la esperanza que nos vienen del Señor Jesús. Es conveniente que en cada Diócesis y en las diversas comunidades eclesiales se organice la apertura de este Año Paulino con una celebración eucarística en fecha cercana al 29 de junio.

14. Gracias a la enseñanza de Pablo, las primeras comunidades fueron creciendo en el amor de Dios. La Iglesia, a lo largo de los siglos de su historia, ha recibido y se ha enriquecido con la herencia del Apóstol Pablo. Hoy, con los desafíos de la Nueva Evangelización, el Apóstol de las Naciones nos vuelve a hacer la invitación que siempre hizo a sus comunidades: centrar nuestra fe en Jesús, actuar en su nombre, proclamar su Evangelio, con la firme convicción que el mismo Pablo tenía cuando confesó por Él, yo soy lo que soy (1 Cor. 15,10).

16. Saludamos con afecto a todos los miembros de la Iglesia, a los hombres de buena voluntad y a los Institutos religiosos de carisma paulino. Que la intercesión de Pablo, Apóstol de Jesucristo, la bendición de María, Madre de Dios y la gracia del Señor nos acompañen en todo momento.


Caracas, 24 de abril del año 2008.
Firman los Arzobispos y Obispos de Venezuela.

Tríptico - Entrevista a San Pablo


















La primera de las imágenes corresponde al anverso del tríptico, y la segunda al reverso. Para su óptima utilización, se debe imprimir en tamaño A4, doble faz. Ambas caras tienen demasías de 2,8 milímetros. En la reversa figuran las líneas de corte.
Esperamos que les pueda ser de gran utilidad.
Cualquier consulta, o para recibir los archivos en otro formato, escribir a matiasmacagno@yahoo.com.ar

viernes, 11 de julio de 2008

El Año Paulino y la catequesis

El año paulino, que se celebra desde el 28 de junio de este año hasta el 29 de junio del 2009, por el bimilenario del nacimiento de san Pablo (los estudiosos lo ubican entre los años 7 y 10 después de Cristo), tiene varios objetivos que pueden aprovecharse desde la catequesis.

Desde luego que habrá que adaptar el lenguaje y los contenidos a las características propias de la edad de los participantes de los encuentros y los destinatarios de los mensajes pero, en líneas generales, hacer presente la figura y la actividad de san Pablo y las enseñanzas que transmitió en sus cartas, es apropiado para cualquier etapa de la espiritualidad cristiana que se esté viviendo. Los jóvenes, los adultos y los adultos mayores, además, también tendrán que afrontar el desafío de renovar su compromiso apostólico y evangelizador y trabajar por la unidad de los cristianos, como el mismo san Pablo la predicó comparándola con un cuerpo cuya cabeza es Jesús.

La figura de san Pablo es modelo de ardor. Tanto el que manifestó para perseguir a los cristianos antes de su conversión, como el ardor evangelizador que mostró en sus viajes anunciando el mensaje de Jesús a los gentiles y fundando comunidades.

San Pablo descubrió el sentido de su vida en Jesús, y su amor por él es lo que movió su impulso evangelizador. Y la catequesis debe favorecer ese amor a Jesús; no buscar sólo la adhesión a una idea ni el acuerdo con los valores de su mensaje sino privilegiar el encuentro con él.

La catequesis no es una clase de religión para enseñar unos determinados contenidos sino que se trata de crear un espacio de encuentro. La adhesión a Jesús y a su evangelio se puede fundamentar en el saber de su vida, de su historia y de su palabra, pero lo central es el encuentro con una persona que está viva y en medio nuestro. Si bien el saber es algo importante, se puede saber mucho y no vivirlo. Siempre suelo comentar que algunos conocidos que son teólogos y saben de doctrina y de Biblia mucho más que yo pero han perdido la fe, sus conocimientos y saberes no le sirven para darle sentido a su vida. Cuando converso con ellos les digo que si no perdieron la memoria, los conocimientos que tienen no se los quita nadie, pero si perdieron la fe, lo aprendido no les sirve para nada.

Por eso, en la catequesis tratamos de suscitar la fe, de provocar la fe; de acompañar un proceso de crecimiento en la fe y en el amor. Un amor y una fe que se testimonian, se contagian, se muestran… pero que no se pueden ”enseñar”.

Para poder vivir según la libertad de los hijos de Dios (cfr. Gál 5,1) la catequesis debe ayudar a la reflexión para alcanzar las profundidades de la sabiduría. No es cuestión de adquirir una colección de verdades sino de llegar a adentrarse en el misterio, con amor y sencillez. Y, por supuesto, siempre teniendo en cuenta la realidad del grupo que está siguiendo su proceso catequístico.

Renovar el compromiso evangelizador no es sólo para los catequistas. Todos los cristianos tenemos un compromiso de llevar el mensaje de Jesús a nuestros hermanos. Más allá de las tareas que cada uno desarrolla en su actividad eclesial o parroquial o si está inserto en el trabajo cotidiano en el estudio, debería ser natural que surgiera la necesidad de contar a los demás lo que uno mismo a descubierto en la fe. Nótese que no estoy escribiendo acerca de un compromiso que nace de nuestra identidad como bautizados de sacerdote, profeta y rey. Tampoco hago un apelativo desde lo moral; simplemente digo que debería surgir la necesidad “natural” de contar a los demás lo que hemos descubierto en el mensaje cristiano. Así de sencillo: es de buen vecino compartir una alegría. Y, si verdaderamente, “ser de Jesús” es una alegría, es normal contarlo a los demás.

Yo no soy catequista por oficio o por profesión. Soy catequista para contarle a los demás que encontré el camino de mi felicidad en la construcción del Reino de Dios. Y más allá de las debilidades, de los errores y de las fallas que podamos tener, en eso está puesta nuestra fe y nuestra esperanza. Por eso tratamos de vivir un amor que busca la justicia y construir la paz. Un amor que se entrega para que en el reconocimiento de que todos somos hijos de Dios y hermanos, nadie deba vivir sin dignidad; para erradicar la pobreza, la corrupción y la opresión que ha hecho que el mundo, llamado a ser un paraíso se convirtiera en un infierno para muchos.

La búsqueda de la unidad de los cristianos también es un objetivo; las diferencias que nos separan son inconsistentes al lado de las fortalezas que nos unen. Claro que hay que dejar de lado intereses sectoriales, fanatismos, fundamentalismos y “ver” las cosas de la fe desde la óptica de la madurez que hemos podido alcanzar con los años (me refiero a la madurez de la humanidad y del pensamiento y no sólo a la madurez personal). Pero se puede. Buscar la unidad, aún en la diversidad, no es una utopía. Tampoco exige renuncias en el terreno de lo inclaudicable, pero es un llamado a la humildad y a la aceptación de los demás.

San Pablo no fue movido por el afán de conseguir adeptos para el cristianismo. Fue movido por el Espíritu para que nadie quedara marginado de la revelación. Son muchos los caminos para encontrarse con Dios pero el camino del encuentro y de la solidaridad es el privilegiado.

Por Juan Carlos Pisano