jueves, 25 de junio de 2009

miércoles, 24 de junio de 2009

Nombre sobre todo nombre

Estén siempre alegres

jueves, 18 de junio de 2009

Pablo, “atleta” del Evangelio de Cristo


Las "perlas" de san Pablo
Vitaminas del Año Paulino


(Yo, Pablo) me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio. Y todo esto, por amor a la Buena Noticia , a fin de poder participar de sus bienes.
¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen. Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible. Así, yo corro, pero no sin saber adónde; peleo, no como el que da golpes en el aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo tengo sometido, no sea que, después de haber predicado a los demás, yo mismo quede descalificado. (1Corintios 9,22-27)
Reflexión: Pablo se hizo “todo para todos” en el anuncio del Evangelio, y, como un experto atleta, se somete a incontables sacrificios para alcanzar la meta.

Consigna: Que nuestra vida sea coherente con la palabra que predicamos, enfrentando con perseverancia las incomodidades que esto conlleva, y, a pesar, de los escasos éxitos...

Con los saludos y las oraciones del p. Benito Spoletini, ssp

lunes, 15 de junio de 2009

Invitación




Libres para servir con amor

Las "perlas" de san Pablo
Vitaminas del Año Paulino

Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad, pero procuren que esta libertad no sea un pretexto para satisfacer los deseos carnales: háganse más bien servidores los unos de los otros, por medio del amor.
Porque toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero si ustedes se están mordiendo y devorando mutuamente, tengan cuidado porque terminarán destruyéndose los unos a los otros. (Gálatas 5,13-16)

Reflexión: Cristo nos ha liberado para vivir en libertad y amarnos, sirviéndonos mutuamente, y no - como ironiza san Pablo - para destrozarnos como perros.

Consigna: Madre Teresa, a ejemplo de san Pablo, nos indica como amar y servir al hermano hasta que duela.

Con los saludos y las oraciones del P. Benito Spoletini, ssp

¡Seguir tu vuelo!

¿Quién podrá alcanzarte en el vuelo?
¿Quién podrá seguirte en la marcha?
¿Quién, vivir tus profundos desvelos?
¿Quién, librar tus tremendas batallas?

¿Quién podrá arriesgar la propia vida?
¿Quién, Pablo, al igual que tú, entregarla?

Ni los más esbeltos cedros del Líbano
ni las más altas cumbres nevadas,
podrán jamás hacerte mengua:
¡Por la inmensidad de tu espíritu
y por la infinita grandeza de tu alma!

En el turbulento camino a Damasco,
donde luz y tinieblas se mezclaban;
lentamente, fue creciendo la alborada,
y hallaste, a Quien, sin saber buscabas.
De par en par, le abriste el corazón,
y Cristo Jesús, se hizo, ¡Luz y Palabra!

Caminaste tras las huellas del Maestro,
lo amaste, ¡como nadie jamás lo amara!
Y enarbolando las banderas del amor,
la Buena Noticia, al orbe proclamabas.
Y por tu inquebrantable ardor y coraje,
llegaste tú también, ser, ¡Luz y Palabra!

Hno. Santiago E. Kloster, ssp

jueves, 11 de junio de 2009

Vida según el Espíritu

Las "perlas" de san Pablo
Vitaminas del Año Paulino


Yo los exhorto a que se dejen conducir por el Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por los deseos de la carne. Se sabe muy bien cuáles son las obras de la carne: fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas… Los que hacen estas cosas no poseerán el Reino de Dios.
Por el contrario, el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia.
Frente a estas cosas, la Ley está de más… Si vivimos animados por el Espíritu, dejémonos conducir también por él (Gálatas 5,16-25) .

Reflexión: “La lucha de las “obras de la carne” contra el Espíritu no termina nunca. San Pablo nos descubre que venceremos si nos dejamos guiar filialmente por el Espíritu”

Consigna: Dejarse llevar por la sabiduría del Espíritu para renovar el mundo.

Con los saludos y las oraciones del P. Benito Spoletini, ssp

sábado, 6 de junio de 2009

Poema

Saulo de Tarso, judío de nacimiento
criado en la Ley de Dios.
No entendía al Nazareno,
ni esa contradicción
de curar en día sábado
rompiendo la tradición.

Decirle a Dios Padre nuestro;
¡toda una revolución!
Decide Saulo enojado y con furor
perseguir a todos esos
que atestiguan en su honor.

Pero Jesús se adelanta
en el camino a Damasco,
lo ciega con luz divina
para luego hacerle ver;
que el amor todo lo puede
y es superior a la Ley.
Nace así un hombre nuevo,
gracia de la conversión
Pablo testigo de Cristo
mensajero del amor.

Concepción I. Costantino

viernes, 5 de junio de 2009

Novedades en San Pablo

CARTAS
Canciones inspiradas en textos de san Pablo

Carlos Seoane y Kiki Troia
Formato: CD

Una grabación de Carlos Seoane y Kiki Troia, quienes en este innovador álbum abordan toda la profundidad de los mensajes de las cartas paulinas a través de ritmos actuales.

Voces: Kiki Troia y Carlos Seoane. Guitarras, teclados, piano, programación y arreglos en todos los temas: Kiki Troia.
Temas que componen la obra: El amor todo lo puede / Quién eres, Señor / Estén siempre alegres / Nombre sobre todo nombre / Fortalézcanse / Me amó y se entregó por mí / Recipientes de barro / Oren sin cesar / El amor ha sido derramado / Quién nos separará / Nueva criatura / Todo lo puedo en él
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PABLO ÍNTIMO

Martín Valverde
Formato: CD

Un disco creado con motivo del año paulino, en el cual, a través de los diez temas que forman parte del álbum, Valverde comparte su experiencia de fe, que nace de la escucha y reflexión de la Palabra que Dios hizo escribir a Pablo.

Martín Valverde es el cantautor católico más conocido a nivel mundial. Su amor por los jóvenes, la Iglesia, María y la música le llevaron a una dedicación exclusiva a la evangelización. Mexicano de origen, Martín se puede considerar universal ya que ha visitado prácticamente toda América Latina hispana y portuguesa para participar en importantes conciertos. En España, Italia y las zonas hispanas de USA también ha obtenido grandes éxitos con conciertos a los que han asistido anualmente más de medio millón de personas.

Acompañan a Martín Valverde en la grabación y edición de la obra, reconocidos músicos locales como Jonatan Narváez, Kiki Troia y Raúl Gutta, entre otros.


TRAS LOS PASOS DE SAN PABLO
Guía ilustrada de los viajes de Pablo

Peter Walker
213 páginas


Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué, un día y una noche pasé en el abismo. Viajes frecuentes; peligros de ríos; peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en ciudad; peligros en despoblados; peligros por mar; peligros entre falsos hermanos; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez. 2 Corintios 11, 25-27


ENIGMAS DE LA VIDA DE SAN PABLO

Ariel Álvarez Valdés
156 páginas

Una de las figuras más asombrosas, y a la vez fascinantes del cristianismo primitivo, es sin duda la de san Pablo. Sobre todo por la época tan difícil en la que le tocó vivir. Sobre su personalidad podemos recoger más datos que sobre cualquier otra figura de la antigüedad cristiana, sin embargo, a pesar de tan abundante bibliografía, su vida está rodeada de enigmas y de misterios, no siempre fáciles de resolver.

El presente libro intenta aclarar algunos de ellos, porque cuando uno conoce más de cerca de Pablo, se encuentra con un ser extraordinario y fantástico, capaz de deslumbrar desde el primer momento.
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Todas las publicaciones, de Editorial SAN PABLO

jueves, 4 de junio de 2009

lunes, 1 de junio de 2009

San Pablo, modelo de trabajador

Las "perlas" de san Pablo
Vitaminas del Año Paulino

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Les ordenamos, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que lleve una vida ociosa, contrariamente a la enseñanza que recibieron de nosotros. Porque ustedes ya saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Cuando estábamos entre ustedes, no vivíamos como holgazanes y nadie nos regalaba el pan que comíamos. Al contrario, trabajábamos duramente, día y noche, hasta cansarnos, con tal de no ser una carga para ninguno de ustedes. (2Tesalonicenses 3.6-9)

Reflexión: Pablo desde chico fue iniciado en un trajo manual de “tejedor de carpas, y trabajó durante toda sus vida, para ganarse el sustento, dando un ejemplo de comportamiento cristiano y cívico. Por eso arremete contra los ociosos.

Consigna: En un tiempo de crisis como el actual, tomar conciencia del propio trabajo: mimarlo, conservarlo, ampliarlo y mejorarlo, en bien de la familia y de la sociedad..

Con los saludos y las oraciones del P. Benito Spoletini, ssp


sábado, 30 de mayo de 2009

Sufrimiento y consuelo de Dios

Las "perlas" de san Pablo
Vitaminas del Año Paulino
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Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios.
Porque así como participamos abundantemente de los sufrimientos de Cristo, también por medio de Cristo abunda nuestro consuelo. Si sufrimos, es para consuelo y salvación de ustedes; si somos consolados, también es para consuelo de ustedes... (2Corintios 1,3-6).

Reflexión: Pablo pasó por toda clase de sufrimientos: persecuciones, rechazos, cárcel; y los vivió como participación a los padecimientos de Cristo, y por eso fue consolado por Dios, y está capacitado para consolar a quienes están probado por el dolor.

Consigna: Ante tanto dolor que hay en el mundo,más que dar consejos a los enfermos, ayudarlos, con amabilidad, a non “desperdiciar” el dolor, sino a darle sentido canalizándolo a las grandes necesidades del mundo: la paz, los pobres, la concordia, las vocaciones, el trabajo…

Con los saludos y las oraciones del P. Benito Spoletini, ssp

miércoles, 20 de mayo de 2009

martes, 12 de mayo de 2009

Escala de valores

Las "perlas" de san Pablo
Vitaminas del Año Paulino
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Mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos.
Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes. (Filipenses 4, 8-9).

Reflexión: Es todo un programa de vida en el cual convergen los auténticos valores humanos y cristianos, en una maravillosa síntesis de naturaleza y gracia. Todo, empero, debe apuntar a “edificar a Cristo en nosotros”. Lo que no sirve a este fin, Pablo lo considera como “pérdida y basura”. (FIp, 3,8).

Consigna: ¿Es esta la “escala de valores” que guía tu manera de vivir, educar a los hijos, relacionarte, escoger espectáculos, participación en la vida pública…?

Con los saludos y oraciones del P. Benito Spoletini, ssp

lunes, 11 de mayo de 2009

Agradecimiento por los dones recibidos

Pablo, responsable de la Comunidad cristiana de Corinto, alaba a Dios pródigo en gracias (1 Cor. 1, 4-9).
Los responsables de Comunidades pueden hacer suya esta oración.

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¡Dios Mío!
Te alabo sin cesar por la Comunidad y por la gracia divina que recibieron
en Cristo Jesús.
Pues, en Cristo,
recibieron todas las riquezas,
tanto las de la Palabra
como las del conocimiento,
al mismo tiempo que se hacían firmes
en la fe.

Ahora, Padre,
no les falta ningún don espiritual
y quedan esperando la venida gloriosa
de Cristo Jesús, nuestro Señor.

Estoy seguro de que Él
los mantendrá firmes hasta el fin
y ya no tendrán que temer ningún reproche
en el día que venga Cristo Jesús,
nuestro Señor.
Tú, oh Dios, eres fiel
y estoy seguro que no les faltarás,
después de haberlos llamado a vivir
a comunión con tu Hijo
Cristo Jesús, nuestro Señor.

Amén.
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“Orando con san Pablo, oraciones para cristianos comprometidos”
Pablo L. De Marcos
Ediciones Paulinas

martes, 5 de mayo de 2009

Gran plegaria de adoración. Cristo, centro y término de la historia

El cristiano llamado al apostolado no sólo debe transmitir un mensaje, sino vivir plenamente el misterio de Cristo en su alma, a través de una constante adoración del plan maravilloso de Dios sobre la historia humana.
San Pablo hace esta oración siendo ya anciano y estando preso en Roma, el año 62 (Ef. 1, 3-14).


¡Bendito seas, Dios,
Padre de Cristo, Jesús, nuestro Señor!
Tú nos bendijiste desde el cielo,
en Cristo,
con toda clase de bendiciones espirituales.

En Cristo, nos elegiste
desde antes de la creación del mundo,
para caminar en el amor
y estar en tu presencia sin culpa ni mancha.

Desde la eternidad determinaste
que nosotros fuéramos tus hijos adoptivos
por medio de Cristo Jesús.
Eso es lo que quisiste
y te pareció bueno,
para que se alabe siempre
y por encima de todo
esa gracia tuya
que nos manifiestas en el Bien Amado.

En Cristo, por su sangre derramada,
tenemos la redención,
el perdón de los pecados.
En esto se ve la inmensidad de tu Gracia,
que nos concediste
con toda sabiduría e inteligencia.

Y ahora nos das a conocer
este secreto tuyo,
este proyecto nacido de tu corazón,
proyecto que formaste en Cristo desde antes,
para realizarlo
cuando llegara la plenitud de los tiempos:
Que todas las cosas han de reunirse
bajo una sola cabeza, Cristo,
tanto los seres celestiales
como los terrenales.

En Cristo, nos apartaste
a los que estábamos esperando al Mesías.
Tú, que dispones de todas las cosas
como quieres,
nos elegiste para ser tu pueblo,
para alabanza de tu gloria.

También los que no creían,
al escuchar la Palabra de la Verdad,
la Buena Nueva de que son salvados,
creyeron en Ti,
quedando sellados
con el Espíritu Santo prometido,
el cual es la garantía de nuestra herencia,
y prepara la liberación del pueblo
que Tú adoptaste para alabarte.
¡Sea siempre ensalzada tu gloria!
Amén.

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“Orando con san Pablo, oraciones para cristianos comprometidos”
Pablo L. De Marcos
Ediciones Paulinas

Alabanza por el progreso de una comunidad

El primer deber del cristiano y del apóstol con respecto a Dios, es el de la adoración y la alabanza. Envueltas en este cántico de alabanza irán todas sus intenciones por aquellos que Dios puso bajo su responsabilidad.
Así lo entendió san Pablo, al orar por los efesios (3, 14-21).


Doblo mis rodillas ante Ti, Padre,
de quien toma su nombre toda familia
en los cielos y en la tierra.

Según la riqueza de tu gloria,
dígnate fortalecerlos por tu Espíritu,
para establecer en ellos el hombre interior.

Que Cristo habite en sus corazones por la fe,
que estén enraizados y cimentados en el amor,
que sean capaces de comprender,
con todos los creyentes,
la anchura, la longitud,
la altura y la profundidad,
en una palabra,
que conozcan el amor de Cristo,
que supera a todo conocimiento.
En fin, que queden colmados
de toda tu plenitud, oh Dios.

A Ti, que puedes realizar
todas las cosas
y obras en nosotros mucho más allá
de cuanto podamos pedir o imaginar,
a Ti la gloria,
en la Iglesia y en Cristo Jesús,
por todas las generaciones
y todos los tiempos.
Amén.
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“Orando con san Pablo, oraciones para cristianos comprometidos”
Pablo L. De Marcos
Ediciones Paulinas

jueves, 23 de abril de 2009

Pablo

En la ciudad de las siete colinas,

la cabeza de Pablo rodó por tierra dando tres brincos,
construyó tres fuentes:
la fuente de la Fe, “sé en quien he creído”,
de la Esperanza, porque “nada puede separarme de Cristo”
y la del Amor,
“ya no soy yo quien vive sino es Cristo quien vive en mí”.
Pablo es el hombre de los viajes, por mar y por tierra,

valiente y sin fronteras,
el que apela al César porque es ciudadano romano,
el que se considera como “un aborto”
porque es el último de los apóstoles,
el que luchó por la unidad de la Iglesia,
el que fue elevado al tercer cielo,
"si hemos muerto por Cristo, viviremos con él",
Y el que se gana el pan haciendo carpas con lonas.
Ayúnanos a vivir el Evangelio

y poder decir
“todo lo puedo en aquél que me conforta”

María del Carmen Latorre

viernes, 17 de abril de 2009

Justicia

Si amaste fielmente y te dejaron

no busques venganza: no hará falta.
Un sino persigue al que no ama:
lo toma, imprevisto, por asalto.

¿No pudo amarte? ¡No lo lamentes!
Si no sabe querer… ¡Pobre diablo!
¿No piensa más que en él? ¡Nunca ha amado!
No guardes odio… ¡Lástima tenle!

No le augures un porvenir malo.
La desgracia le caerá, seguro;
no ahora mismo, en el futuro
lo sorprenderá un funesto hado.

Estará durmiendo, y de su sueño
lo despertará un puñal filoso,
sacudiéndolo de su reposo,
e irguiéndolo, cobarde y pequeño.

No será de acero el cuchillo,
sino hecho de material más duro:
será del descarnado y puro
amor que tú le diste… ¡el mismo!

Sentirá cuánto lo hubiste amado
y aturdido, entre estupor y miedo
pensará: "¿Así? ¿Tanto me quisieron?
¿Le provoqué este ardor desesperado?"

Quizás lamente haberte dejado.
¿Clamará, dolido, por tu vuelta?
¿Pensará: "¡Tonto, no me di cuenta!?"
O no… ¡Qué te importa! No hace al caso.

Lo que vale es que durante algunos
minutos, segundos de agonía
sabrá que lo buscó la alegría
y la esquivó… porque no lo supo.

El hecho es, que más que una venganza
tu deseo ha operado sin malicia.
La vida, a su modo, hace justicia
¡y es mucho mejor que la revancha!

Teresita de Antueno

Caída hacia Damasco

Como Saulo, camino a Damasco
caigo, por una luz que me ciega;
Pero no es Dios, ni de un caballo,
sino el fracaso de una quimera.

Felicidad... amor... lo que quiera:
la búsqueda, el sino o el deseo,
me impulsan en la loca carrera.
Yo me lanzo, no mido ni espero.

"¿Por qué me persigues?" me interroga
el ideal, la perfección... quien sea,
como la voz de Cristo, sonora
cobra cuerpo sólo en mi cabeza.

Enmudezco y miro, desde el suelo
al cielo, a la luna, a la nada...
Mis rodillas raspadas contemplo
y llora, en la tierra, mi alma.

"¡Ay! ¡No, tonta! ¡Has caído de nuevo!"
de mí misma, cansada, me increpo.
Mas, entre nubes de polvo, veo
la figura informe de otro sueño.

Con las palmas aún lastimadas,
me sacudo el ropaje andariego,
despliego con esfuerzo las alas
y grito: "¡A ese... a ese sí llego!"

Teresita de Antueno
teresita_64_4@hotmail.com

jueves, 9 de abril de 2009

LOS ROSTROS DE PABLO

Cómo entendía san Pablo la justificación

Catequesis del Papa sobre san Pablo del miércoles 19 de noviembre de 2008.


Queridos hermanos y hermanas:

En el camino que estamos recorriendo bajo la guía de san Pablo, queremos ahora detenernos en un tema que está en el centro de las controversias del siglo de la Reforma: la cuestión de la justificación. ¿Cómo llega a ser un hombre justo a los ojos de Dios? Cuando Pablo encontró al resucitado en el camino de Damasco era un hombre realizado: irreprensible en cuanto a la justicia derivada de la Ley (cfr Fil 3,6), superaba a muchos de sus coetáneos en la observancia de las prescripciones mosaicas y era celoso en conservar las tradiciones de sus padres (cfr Gal 1,14). La iluminación de Damasco le cambió radicalmente la existencia: comenzó a considerar todos sus méritos, logros de una carrera religiosa integrísima, como “basura” frente a la sublimidad del conocimiento de Jesucristo (cfr Fil 3,8). La Carta a los Filipenses nos ofrece un testimonio conmovedor del paso de Pablo de una justicia fundada en la Ley y conseguida con la observancia de las obras prescritas, a una justicia basada en la fe en Cristo: había comprendido que cuanto hasta ahora le había parecido una ganancia, en realidad frente a Dios era una pérdida, y había decidido por ello apostar toda su existencia en Jesucristo (cfr Fil 3,7). El tesoro escondido en el campo y la perla preciosa en cuya posesión invierte todo lo demás ya no eran las obras de la Ley, sino Jesucristo, su Señor.

La relación entre Pablo y el Resucitado llegó a ser tan profunda que le impulsó a afirmar que Cristo no era solamente su vida, sino su vivir, hasta el punto de que para poder alcanzarlo incluso la muerte era una ganancia (cfr Fil 1,21). No es que despreciase la vida, sino que había comprendido que para él el vivir ya no tenía otro objetivo, y por tanto ya no tenía otro deseo que alcanzar a Cristo, como en una competición atlética, para estar siempre con él: el Resucitado se había convertido en el principio y el fin de su existencia, el motivo y la meta de su carrera. Sólo la preocupación por el crecimiento en la fe de aquellos a los que había evangelizado y la solicitud por todas las Iglesias que había fundado (cfr 2 Cor 11,28) le inducían a desacelerar la carrera hacia su único Señor, para esperar a los discípulos, para que pudieran correr a la meta con él. Si en la anterior observancia de la Ley no tenía nada que reprocharse desde el punto de vista de la integridad moral, una vez alcanzado por Cristo prefería no juzgarse a sí mismo (cfr 1 Cor 4,3-4), sino que se limitaba a correr para conquistar a aquél por el que había sido conquistado (cfr Fil 3,12).

A causa de esta experiencia personal de la relación con Jesús, Pablo coloca en el centro de su Evangelio una irreducible oposición entre dos recorridos alternativos hacia la justicia: uno construido sobre las obras de la Ley, el otro fundado sobre la gracia de la fe en Cristo. La alternativa entre la justicia por las obras de la Ley y la justicia por la fe en Cristo se convierte así en uno de los temas dominantes que atraviesan sus cartas: “Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo, conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la Ley sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la Ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado” (Gal 2,15-16). Y a los cristianos de Roma les reafirma que “todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús” (Rm 3,23-24). Y añade: “Pensamos que el hombre es justificado por la fe, independientemente de las obras de la Ley” (Ibid 28). Lutero tradujo este pasaje como “justificado sólo por la fe”. Volveré sobre esto al final de la catequesis. Antes debemos aclarar qué es esta “Ley” de la que hemos sido liberados y qué son esas “obras de la Ley” que no justifican. La opinión --que se repetirá en la historia--, según la cual se trataba de la ley moral, y que la libertad cristiana consistía, por tanto, en la liberación de la ética, existía ya en la comunidad de Corinto. Así, en Corinto circulaba la palabra “panta mou estin” (todo me es lícito). Es obvio que esta interpretación es errónea: la libertad cristiana no es libertinaje, la liberación de la que habla san Pablo no es liberarse de hacer el bien.

¿Pero qué significa por tanto la Ley de la que hemos sido liberados y que no salva? Para san Pablo, como para todos sus contemporáneos, la palabra Ley significaba la Torá en su totalidad, es decir, los cinco libros de Moisés. La Torá implicaba, en la interpretación farisaica, la que había estudiado y hecho suya Pablo, un conjunto de comportamientos que iban desde el núcleo ético hasta las observancias rituales y cultuales que determinaban sustancialmente la identidad del hombre justo. Particularmente la circuncisión, la observancia acerca del alimento puro y generalmente la pureza ritual, las reglas sobre la observancia del sábado, etc. Comportamientos que aparecen a menudo en los debates entre Jesús y sus contemporáneos. Todas estas observancias que expresan una identidad social, cultural y religiosa, habían llegado a ser singularmente importantes en el tiempo de la cultura helenística, empezando desde el siglo III a.C. Esta cultura, que se había convertido en la cultura universal de entonces, era una cultura aparentemente racional, una cultura politeísta aparentemente tolerante, que ejercía una fuerte presión de uniformidad cultural y amenazaba así la identidad de Israel, que estaba políticamente obligado a entrar en esta identidad común de la cultura helenística con la consiguiente pérdida de su propia identidad, perdiendo así también la preciosa heredad de la fe de sus Padres, la fe en el único Dios y en las promesas de Dios.

Contra esta presión cultural, que amenazaba no sólo a la identidad israelita, sino también a la fe en el único Dios y en sus promesas, era necesario crear un muro de distinción, un escudo de defensa que protegiera la preciosa heredad de la fe; este muro consistía precisamente en las observancias y prescripciones judías. Pablo, que había aprendido estas observancias precisamente en su función defensiva del don de Dios, de la heredad de la fe en un único Dios, veía amenazada esta identidad por la libertad de los cristianos: por esto les perseguía. En el momento de su encuentro con el Resucitado entendió que con la resurrección de Cristo la situación había cambiado radicalmente. Con Cristo, el Dios de Israel, el único Dios verdadero, se convertía en el Dios de todos los pueblos. El muro --así lo dice Carta a los Efesios-- entre Israel y los paganos ya no era necesario: es Cristo quien nos protege contra el politeísmo y todas sus desviaciones; es Cristo quien nos une con y en el único Dios; es Cristo quien garantiza nuestra verdadera identidad en la diversidad de las culturas, y es él el que nos hace justos. Ser justo quiere decir sencillamente estar con Cristo y en Cristo. Y esto basta. Ya no son necesarias otras observancias. Por eso la expresión "sola fide" de Lutero es cierta si no se opone la fe a la caridad, al amor. La fe es mirar a Cristo, encomendarse a Cristo, unirse a Cristo, conformarse a Cristo, a su vida. Y la forma, la vida de Cristo es el amor; por tanto creer es conformarse con Cristo y entrar en su amor. Por eso san Pablo en la Carta a los Gálatas, en la que sobre todo ha desarrollado su doctrina sobre la justificación, habla de la fe que obra por medio de la caridad (cfr Gal 5,14).

Pablo sabe que en el doble amor a Dios y al prójimo está presente y cumplida toda la Ley. Así en la comunión con Cristo, en la fe que crea la caridad, toda la Ley se realiza. Somos justos cuando entramos en comunión con Cristo, que es amor. Veremos lo mismo en el Evangelio del próximo domingo, solemnidad de Cristo Rey. Es el Evangelio del juez cuyo único criterio es el amor. Lo que pide es sólo esto: ¿Tú me has visitado cuando estaba enfermo? ¿Cuando estaba en la cárcel? ¿Me has dado de comer cuando tenía hambre, o me has vestido cuando estaba desnudo? Y así la justicia se decide en la caridad. Así, al término de este Evangelio, podemos decir: sólo amor, sólo caridad. Pero no hay contradicción entre este Evangelio y san Pablo. Es la misma visión, según la cual, la comunión con Cristo, la fe en Cristo crea la caridad. Y la caridad es la realización de la comunión con Cristo. Así, si estamos unidos a él somos justos, y no hay otra forma.

Al final, podemos sólo rezar al Señor para que nos ayude a creer. Creer realmente; creer se convierte así en vida, unidad con Cristo, transformación de nuestra vida. Y así, transformados por su amor, por el amor a Dios y al prójimo, podemos ser realmente justos a los ojos de Dios.

[Al final de la audiencia, Benedicto XVI saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español:]

Un saludo muy cordial a los peregrinos de lengua española, en particular a los que han venido de España, Chile y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dejarse ganar por Cristo y a seguir así el ejemplo de san Pablo, cuya vida no tuvo ningún otro objetivo sino estar y permanecer siempre con él.

Muchas gracias por vuestra visita.

[Traducción del italiano por Irma Álvarez]

lunes, 6 de abril de 2009

Alabanza por la obra de Cristo

Óptima oración es la que se expresa en alabanza al Padre por la obra de su Hijo Jesucristo. Es como una afirmación de la fe en Cristo, constituido Señor de la historia.
El cristiano y el Apóstol deben aprender a profundizar, orando, los grandes misterios de la fe.
Esta oración es la de un Pablo anciano y encarcelado que medita la obra de la salvación a ala luz de Cristo (Col. 1, 3. 15-20)


¡Bendito seas, Dios,
Padre de Cristo Jesús, nuestro Señor!

Cristo es la imagen del Dios invisible,
el Primogénito de toda la creación,
ya que en Él fueron hechas todas las cosas:
las del cielo y las de la tierra;
lo visible y también lo invisible.

Gobiernos, Autoridades, Poderes
y Fuerzas sobrenaturales:
todo fue hecho por medio de Él y para Él.
Cristo existe antes que todas las cosas
y todo se mantiene en Él.

Cristo es también la Cabeza del Cuerpo,
es decir, de la Iglesia.
Él es el principio,
y renació antes que nadie
de entre los muertos,
para tener en todo el primer lugar,
porque Tú quisiste, oh Dios,
que la plenitud permaneciera en Él.

Por Él quisiste reconciliar contigo
todo lo existente,
y por Él, por su sangre derramada en la cruz,
estableces la paz
tanto sobre la tierra como en el cielo.
¡Bendito seas, Dios!
Amén.



“Orando con san Pablo, oraciones para cristianos comprometidos”
Pablo L. De Marcos
Ediciones Paulinas

viernes, 3 de abril de 2009

Admiración ante el maravilloso plan de Dios

Para los momentos en que descubrimos la maravillosa bondad y providencia de Dios en el mundo.

De san Pablo a los romanos (11, 29-36)

¡Oh Dios!
Veo que no te echas atrás
después de elegir y dar tus dones.

En efecto, los paganos fueron,
en un tiempo, tus enemigos;
pero Tú les mostraste tu misericordia,
ante la rebeldía del pueblo judío.
Sin embargo, los judíos,
que hasta ahora se niegan
a la obediencia de la fe,
dando lugar a la misericordia
que has tenido con los paganos,
obtendrán también, a su vez, misericordia.

Has hecho pasar a todos
por la desobediencia,
a fin de ejercer con todos
tu misericordia.
¡Padre, qué profunda es tu riqueza,
tu sabiduría y tu ciencia!
No se pueden penetrar tus designios,
ni se pueden comprender tus caminos.
Y si no,
¿quién ha conocido jamás lo que piensas, Señor?
¿Quién se hizo consejero tuyo?
¿Quién ha podido darte algo primero
de manera que tengas que pagarle?

En verdad, todo viene de Ti,
todo ha sido hecho por Ti,
todo ha de volver a Ti.
¡A Ti la gloria para siempre! Amén.

“Orando con san Pablo, oraciones para cristianos comprometidos”
Pablo L. De Marcos
Ediciones Paulinas

El deseo de Jesús para vivir en fraternidad

(basada en las cartas de san Pablo)

Tú nos has llamado a ser comunidad,
el alma de la comunidad es la fraternidad.
Tú nos invistas a velar y orar sin desfallecer.
Quieres que el mandamiento del amor
se haga palpable entre nosotros,
aceptándonos, amándonos,
y sobre todo saber llevar
los unos las cargas de los otros.
Deseas que tengamos los mismos sentimientos
que él ha tenido.
Que seamos cordiales y unánimes,
que con humildad estimemos
a los otros como superiores.
Que busquemos los intereses
de los otros y no los nuestros.
Que nos corrijamos mutuamente,
que nos respetemos unos a otros.
Que nos sirvamos con amor,
que seamos misericordiosos
los unos para con los otros
y nos perdonemos de corazón.
Que vivamos en comunión
y que no nos cansemos de hacer el bien.
Quiere que vivamos alegres en la esperanza,
fuertes en las tribulaciones.
Que sus palabras habiten en nosotros
con todas sus riquezas.
Que nos aconsejemos unos a otros,
que nos enseñemos recíprocamente
con palabras sabias.
Quiere que sea tal nuestra perfección de vida,
para que toda la gente lo pueda notar.
Si cumplimos esto, él nos dirá:
“en esto conocerán
todos que son mis discípulos”.
Vean qué delicia y qué hermosura
cómo viven los hermanos unidos.
Y así nuestro Padre nos dará la bendición
y la vida para siempre.

Fr. Adolfo M. Acosta
Orden Siervos de María
adolfo_91@hotmail.com

jueves, 2 de abril de 2009

La parusía, fuente de certeza y de valor para el cristiano

Catequesis del Papa sobre san Pablo del miércoles 12 de noviembre de 2008.

Queridos hermanos y hermanas:

El tema de la resurrección, sobre el que nos detuvimos la semana pasada, abre una nueva perspectiva, la de la espera de la vuelta del Señor, y por ello nos lleva a reflexionar sobre la relación entre el tiempo presente, tiempo de la Iglesia y del Reino de Cristo, y el futuro (éschaton) que nos espera, cuando Cristo entregará el Reino al Padre (cfr 1 Cor 15,24). Todo discurso cristiano sobre las realidades últimas, llamado escatología, parte siempre del acontecimiento de la resurrección: en este acontecimiento las realidades últimas ya han empezado y, en un cierto sentido, ya están presentes.

Probablemente en el año 52 san Pablo escribió la primera de sus cartas, la primera Carta a los Tesalonicenses, donde habla de esta vuelta de Jesús, llamada parusía, adviento, nueva y definitiva y manifiesta presencia (cfr 4,13-18). A los Tesalonicenses, que tienen sus dudas y problemas, el Apóstol escribe así: "si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús" (4,14). Y continua: "los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires" (4,16-17). Pablo describe la parusía de Cristo con acentos muy vivos y con imágenes simbólicas, pero que transmiten un mensaje sencillo y profundo: al final estaremos siempre con el Señor. Este es, más allá de las imágenes, el mensaje esencial: nuestro futuro es "estar con el Señor"; en cuanto creyentes, en nuestra vida nosotros ya estamos con el Señor; nuestro futuro, la vida eterna, ya ha comenzado.

En la segunda Carta a los Tesalonicenses, Pablo cambia la perspectiva; habla de acontecimientos negativos, que deberán preceder al final y conclusivo. No hay que dejarse engañar -dice- como si el día del Señor fuese verdaderamente inminente, según un cálculo cronológico: "Por lo que respecta a la Venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis alterar tan fácilmente en vuestros ánimos, ni os alarméis por alguna manifestación del Espíritu, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor. Que nadie os engañe de ninguna manera" (2,1-3). La continuación de este texto anuncia que antes de la llegada del Señor estará la apostasía y se revelará el no mejor identificado "hombre inicuo", el "hijo de la perdición" (2,3), que la tradición llamará después el Anticristo. Pero la intención de esta Carta de san Pablo es sobre todo práctica; escribe: "cuando estábamos entre vosotros os mandábamos esto: si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Porque nos hemos enterado de que hay entre vosotros algunos que viven desordenadamente, sin trabajar nada, pero metiéndose en todo. A esos les mandamos y les exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen con sosiego para comer su propio pan" (3, 10-12). En otras palabras, la espera de la parusía de Jesús no dispensa del trabajo en este mundo, sino al contrario, crea responsabilidades ante el Juez divino sobre nuestro actuar en este mundo. Precisamente así crece nuestra responsabilidad de trabajar en y para este mundo. Veremos lo mismo el próximo domingo en el Evangelio de los talentos, donde el Señor nos dice que ha confiado talentos a todos y el Juez nos pedirá cuentas de ellos diciendo: ¿Habéis traído fruto? Por tanto la espera de su venida implica responsabilidad hacia este mundo.

La misma cosa y el mismo nexo entre parusía - vuelta del Juez-Salvador - y nuestro compromiso en la vida aparece en otro contexto y con aspectos nuevos en la Carta a los Filipenses. Pablo está en la cárcel y espera la sentencia, que puede ser de condena a muerte. En esta situación piensa en su futuro estar con el Señor, pero piensa también en la comunidad de Filipos, que necesita a su padre, Pablo, y escribe: "para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe, a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús, cuando yo vuelva a estar entre vosotros" (1, 21-26).

Pablo no tiene miedo a la muerte, al contrario: esta indica de hecho el completo ser con Cristo. Pero Pablo participa también de los sentimientos de Cristo, el cual no ha vivido para sí mismo, sino para nosotros. Vivir para los demás se convierte en el programa de su vida y por ello muestra su perfecta disponibilidad a la voluntad de Dios, a lo que Dios decida. Está disponible sobre todo, también en el futuro, a vivir en la tierra para los demás, a vivir por Cristo, a vivir por su presencia viva y así para la renovación del mundo. Vemos que este ser suyo con Cristo crea a gran libertad interior: libertad ante la amenaza de la muerte, pero libertad también ante todas las tareas y los sufrimientos de la vida. Estaba sencillamente disponible para Dios y realmente libre.

Y pasamos ahora, tras haber examinado los diversos aspectos de la espera de la parusía de Cristo, a preguntarnos: ¿cuáles son las actitudes fundamentales del cristiano hacia las realidades últimas: la muerte, el fin del mundo? La primera actitud es la certeza de que Jesús ha resucitado, está con el Padre, y por eso está con nosotros, para siempre. Y nadie es más fuerte que Cristo, porque él está con el Padre, está con nosotros. Por eso estamos seguros, liberados del miedo. Este era un efecto esencial de la predicación cristiana. El miedo a los espíritus, a los dioses, estaba difundido en todo el mundo antiguo. Y también hoy los misioneros, junto con tantos elementos buenos de las religiones naturales, encuentran el miedo a los espíritus, a los poderes nefastos que nos amenazan. Cristo vive, ha vencido a la muerte y ha vencido a todos estos poderes. Con esta certeza, con esta libertad, con esta alegría vivimos. Este es el primer aspecto de nuestro vivir hacia el futuro.

En segundo lugar, la certeza de que Cristo está conmigo. Y de que en Cristo el mundo futuro ya ha comenzado, esto da también certeza de la esperanza. El futuro no es una oscuridad en la que nadie se orienta. No es así. Sin Cristo, también hoy para el mundo el futuro está oscuro, hay miedo al futuro, mucho miedo al futuro. El cristiano sabe que la luz de Cristo es más fuerte y por eso vive en una esperanza que no es vaga, en una esperanza que da certeza y valor para afrontar el futuro.

Finalmente, la tercera actitud. El Juez que vuelve -es juez y salvador a la vez- nos ha dejado la tarea de vivir en este mundo según su modo de vivir. Nos ha entregado sus talentos. Por eso nuestra tercera actitud es: responsabilidad hacia el mundo, hacia los hermanos ante Cristo, y al mismo tiempo también certeza de su misericordia. Ambas cosas son importantes. No vivimos como si el bien y el mal fueran iguales, porque Dios solo puede ser misericordioso. Esto sería un engaño. En realidad, vivimos en una gran responsabilidad. Tenemos los talentos, tenemos que trabajar para que este mundo se abra a Cristo, sea renovado. Pero incluso trabajando y sabiendo en nuestra responsabilidad que Dios es el juez verdadero, estamos seguros también de que este juez es bueno, conocemos su rostro, el rostro de Cristo resucitado, de Cristo crucificado por nosotros. Por eso podemos estar seguros de su bondad y seguir adelante con gran valor.

Un dato ulterior de la enseñanza paulina sobre la escatología es el de la universalidad de la llamada a la fe, que reúne a judíos y gentiles, es decir, a los paganos, como signo y anticipación de la realidad futura, por lo que podemos decir que estamos sentados ya en el cielo con Jesucristo, pero para mostrar a los siglos futuros la riqueza de la gracia (cfr Ef 2,6s): el después se convierte en un antes para hacer evidente el estado de realización incipiente en que vivimos. Esto hace tolerables los sufrimientos del momento presente, que no son comparables a la gloria futura (cfr Rm 8,18). Se camina en la fe y no en la visión, y aunque fuese preferible exiliarse del cuerpo y habitar con el Señor, lo que cuenta en definitiva, morando en el cuerpo o saliendo de él, es ser agradable a Dios (cfr 2 Cor 5,7-9).

Finalmente, un último punto que quizás parece un poco difícil para nosotros. San Pablo en la conclusión de su segunda Carta a los Corintios repite y pone en boca también a los Corintios una oración nacida en las primeras comunidades cristianas del área de Palestina: Maranà, thà! que literalmente significa "Señor nuestro, ¡ven!" (16,22). Era la oración de la primera comunidad cristiana, y también el último libro del Nuevo testamento, el Apocalipsis, se cierra con esta oración: "¡Señor, ven!". ¿Podemos rezar también nosotros así? Me parece que para nosotros hoy, en nuestra vida, en nuestro mundo, es difícil rezar sinceramente para que perezca este mundo, para que venga la nueva Jerusalén, para que venga el juicio último y el juez, Cristo. Creo que si no nos atrevemos a rezar sinceramente así por muchos motivos, sin embargo de una forma justa y correcta podemos también decir con los primeros cristianos: "¡Ven, Señor Jesús!". Ciertamente, no queremos que venga ahora el fin del mundo. Pero, por otra parte, queremos que termine este mundo injusto. También nosotros queremos que el mundo sea profundamente cambiado, que comience la civilización del amor, que llegue un mundo de justicia y de paz, sin violencia, sin hambre. Queremos todo esto: ¿y cómo podría suceder sin la presencia de Cristo? Sin la presencia de Cristo nunca llegará realmente un mundo justo y renovado. Y aunque de otra manera, totalmente y en profundidad, podemos y debemos decir también nosotros, con gran urgencia y en las circunstancias de nuestro tiempo: ¡Ven, Señor! Ven a tu mundo, en la forma que tú sabes. Ven donde hay injusticia y violencia. Ven a los campos de refugiados, en Darfur y en Kivu del norte, en tantos lugares del mundo. Ven donde domina la droga. Ven también entre esos ricos que te han olvidado, que viven sólo para sí mismos. Ven donde eres desconocido. Ven a tu mundo y renueva el mundo de hoy. Ven también a nuestros corazones, ven y renueva nuestra vida, ven a nuestro corazón para que nosotros mismos podamos ser luz de Dios, presencia suya. En este sentido rezamos con san Pablo: ¿Maranà, thà! "¡Ven, Señor Jesús"!, y rezamos para que Cristo esté realmente presente hoy en nuestro mundo y lo renueve.

[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, dijo:]

Queridos hermanos y hermanas:

San Pablo enseña que el evento escatológico se ha realizado ya en Cristo, con su muerte y resurrección, aunque su cumplimiento definitivo tendrá lugar al final de los tiempos. Por eso vivimos en el presente esperando la completa redención. Además, mientras la morada terrena del cuerpo se deshace, el cristiano espera de Dios una mansión en el cielo, nuestra verdadera patria. Con su doctrina sobre la espera de la parusía, o segunda venida de Cristo, san Pablo proclama la conexión de la salvación con el acontecimiento pascual y el futuro escatológico. Estos dos aspectos, la pascua y el futuro que nos aguarda, aparecen unidos en una expresión de la carta a los Romanos: "en esperanza fuimos salvados" (8, 24). Relacionada íntimamente con la fe, nuestra esperanza no se funda en una utopía, sino en una novedad de vida real y en crecimiento. La fe cristiana es una esperanza que transforma y sostiene nuestra vida (cfr. Spe salvi, 10). Con la expresión Maranà, thà!, Ven, Señor nuestro (1 Co 16, 22), se expresa la conciencia de la salvación ya realizada en la Pascua y la esperanza gozosa del creyente que, sostenido por esta esperanza, se dirige al encuentro de su Señor.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. En particular, a los peregrinos y grupos venidos de Chile, España, Guatemala, México, Paraguay y de otros países latinoamericanos. Que la enseñanza y el ejemplo de san Pablo ayude a todos a orientar nuestra vida hacia el encuentro definitivo con el Salvador. Con ocasión de su inauguración, saludo también al Canal de la Iglesia Católica en Colombia "Cristovisión", deseando que esta iniciativa contribuya a difundir los valores del evangelio en ese amado País.

Que Dios os bendiga.

[Traducción del original italiano por Irma Álvarez]

lunes, 30 de marzo de 2009

El Rosario de san Pablo: de perseguidor a apóstol de Jesús

Misterios paulinos

1. Misterio: Saulo perseguidor de los cristianos
Saulo asolaba la Iglesia… y respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor (Hechos 8,3; 9,1).

2. Misterio: Saulo convertido
En el camino de Damasco, una luz lo envolvió, cayó en tierra y oyó una voz: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Él le preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y él: Yo soy Jesús a quién tú persigues. Entró en la ciudad y fue bautizado (Hech 9, 3-6.19).

3. Misterio: Saulo, ahora Pablo, misionero de Cristo
Nosotros anunciamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero poder y sabiduría de Dios para los llamados (1Cor 1, 23-24).

4. Misterio: Pablo indica el camino mejor
Les mostraré un camino que es el mejor…Ahora permanecen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más grande es el amor (1Cor 12,31-13,13).

5. Misterio: Pablo a la espera del premio
Ya estoy cerca de ser ofrecido en sacrificio: he combatido el buen combate, he concluido mi carrera, he conservado la fe; sólo me que queda recibir de Dios el premio merecido (2Tim 4, 7-8).

Invocaciones a san Pablo, misionero del Evangelio

Pablo, perseguidor de la fe, convertido a Cristo.
Ruega por nosotros.
Pablo, que ha visto al Señor en el Camino. R.
Pablo, testigo del amor misericordioso. R.
Pablo, modelo de la conversión a Dios. R.
Pablo, hombre atento a la voz del Espíritu. R.
Pablo, caminante incansable del Evangelio. R.
Pablo, cuya vida es Cristo. R.
Pablo, misionero y comunicador de Cristo. R.
Pablo, fundador y animador de comunidades. R.
Pablo, maestro y pastor de cristianos. R.
Pablo, defensor de la libertad cristiana. R.
Pablo, que se hizo todo para todos. R.
Pablo, testigo enamorado de Cristo. R.
Pablo, que revela el camino más grande: el amor. R.
Pablo, que vive urgido por el amor de Cristo. R.
Pablo, que aspira a formar a Cristo en todos. R.
Pablo, servidor fiel de Cristo. R.
Pablo, que sólo quiere conocer al Crucificado. R.
Pablo, que trabajó con sus manos. R.
Pablo, que se hizo débil con los débiles. R.
Pablo, que se siente responsable de todos. R.
Pablo, que lleva en su cuerpo los estigmas de Cristo. R.
Pablo, hombre nuevo de la Pascua. R.
Pablo, hombre de entrega ilimitada a los hermanos. R.
Pablo, que lucha el buen combate de la fe. R.
Pablo, que todo lo sufre por el Evangelio. R.
Pablo, que revela a Cristo camino nuevo y viviente. R.
Pablo, que todo lo puede con la fuerza de Cristo. R.
Pablo, que nos revela que Dios es fiel. R.
Pablo, que nos recuerda que el premio es el mismo Dios. R.
Cordero de Dios, que convertiste a Pablo perseguidor,
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que premiaste a Pablo apóstol,
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que glorificaste a Pablo mártir,
Ten misericordia de nosotros.

-Tú eres un instrumento elegido, apóstol san Pablo.
-Comunicador del Evangelio en el mundo entero.

Oremos. – Señor y Dios nuestro, que elegiste a san Pablo para predicar el Evangelio, haz que penetre en todo el mundo la fe que el Apóstol llevó a las naciones, para que tu Iglesia crezca sin cesar. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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P. Benito Spoletini, ssp

jueves, 26 de marzo de 2009

¿Alguna vez pensaste si Pablo tenía tiempo libre?

Muchas veces, nos damos cuenta de repente que nos pasamos la vida queriendo ganar tiempo. Y ganamos así una gran cantidad de tiempo: ¿De qué nos sirve ese tiempo? ¿Cuánto tiempo dedicamos a las personas que están cerca de nosotros? ¿Y cuánta alegría y placer experimentamos en nuestro trabajo viviendo ese tiempo plenamente? Miremos la vida de Pablo, su tiempo y cómo lo vive con intensidad, sin apuros y sin estrés, compartiendo sus horas libres con amigos.

En la Carta a los Tesalonicenses, el Apóstol Pablo, escribe:

“Que sea para ustedes una cuestión de honra el vivir en paz, ocupándose de lo propio y trabajando con sus propias manos, conforme les he recomendado. Así llevarán una vida honrada a los ojos de los extraños y no pasarán necesidad de nada” (1Tes 4,11-12).

Del apóstol Pablo, todos tenemos tanto que aprender y este es el objetivo del Año Paulino: aprender de San Pablo la fe, aprender de él quién es Cristo, aprender de él cómo es el camino para una vida plena.

La ciudad de Corinto le ofrece a Pablo un tiempo largo de estadía, hace tiendas y pasa los sábados en las sinagogas. Allí, como maestro, discute y predica. El tiempo libre: tiene que emplearlo en atender las urgencias, porque llegan los problemas, las herejías, en algunas partes no entendieron bien lo que dijo y hay confusión, se producen escándalos y algunos tienen miedo a la parusía cercana. Es precisamente desde Corinto que Pablo escribe la primera Carta a los Tesalonicenses invitándolos a vivir en paz desarrollándose a través de su trabajo, llevando una vida honrada. Es también en Corinto donde tuvo la suerte de encontrar a Priscila y Aquila, en cuyo taller trabajaba haciendo tiendas de campaña (cf Hch 18,3). Pablo no tenía un taller propio con clientela estable, sin dudas que el taller de tiendas de campaña era también un lugar de conversación. Ciertamente los amigos iban a buscarlo allí para encontrarse con él y él compartía con ellos su tiempo libre. Llegaron a conservar como recuerdo los pañuelos y lienzos que Pablo usaba en el trabajo (Hch 19,12).

Es interesante descubrir que Pablo, como buen comunicador, dedicó también su tiempo libre a escribir, por ejemplo cuando estuvo preso escribe la Carta a los Filipenses y a los Efesios, por eso les dice: “Yo, Pablo, estoy preso por Cristo Jesús” (Ef 3,1). Así se mantenía en contacto con sus comunidades.

Durante los viajes, Pablo mantenía ese contacto a través de distintas personas, como por ejemplo Timoteo (1Tes 3,2-6), y a partir del segundo viaje, se mantenía en contacto escribiendo las cartas. Pedía que sus cartas fueran leídas en las reuniones de la comunidad (1Tes 5,27) y que fuesen enviadas también a las demás comunidades: “Una vez que hayan leído esta carta, háganla leer también en la Iglesia de Laodisea” (Col 4, 16).

En Éfeso Pablo enseña diariamente en la escuela de un hombre llamado Tirano (Hch 19,9). Una tradición muy antigua informa que esta enseñanza diaria se hacía entre la quinta y décima hora, esto es, entre las once de la mañana y cuatro de la tarde. O sea, durante la hora del almuerzo y del descanso. Pablo sólo tenía unas horas libres para anunciar el Evangelio. La enseñanza de Pablo encuentra respaldo en el testimonio de su vida, “Recuerden hermanos nuestro trabajo y nuestra fatiga cuando les predicamos la Buena Noticia” (1Tes 2,9).
Pablo nos enseña hoy a respetar el propio tiempo para “vivir en paz, ocupándose de lo propio y trabajando con las propias manos” como dice a los Tesalonicenses. Significa perder un poco más de tiempo en cada cosa, someterse a ese tiempo, vivirlo intensamente sin estrés. La vida es una sucesión de tiempos, pero realizar muchas actividades implica dejar de lado la calidad individual de cada cosa.

Y concluimos con este interesante “diálogo” que mantiene el filósofo Séneca, nacido cuatro años después de Cristo, con Paulino, hombre público de la época:

“Habiendo llegado a lo último de la edad humana, teniendo cerca de cien años o más, ven acá, llama a cuentas a tu edad. Dime, ¿cuánta parte de ella te consumió el acreedor, cuánta el amigo, cuánta la República y cuánta tus allegados, cuánta los disgustos con tu mujer, cuánta el castigo de los esclavos, cuánta el apresurado paseo por la ciudad? Junta a esto las enfermedades tomadas con tus manos, añade el tiempo que se pasó en ociosidad, y hallarás que tienes muchos menos años de los que cuentas.
Trae a la memoria si tuviste algún día firme determinación, y si lo pasaste en aquello que lo habías destinado. Qué uso tuviste de ti mismo, cuándo estuvo en un ser el rostro, cuándo el ánimo sin temores; qué cosa hayas hecho para ti en tan larga edad; cuántos hayan sido los que te han robado la vida, sin entender tú lo que perdías; cuánto tiempo te han quitado el vano dolor, la ignorante alegría, la hambrienta codicia y la entretenida conversación: y viendo lo poco que a ti te has dejado de ti, juzgarás que mueres malogrado.

¿Cuál es, pues, la causa de esto? El vivir como si hubieras de vivir para siempre, sin que tu fragilidad te despierte. No observas el tiempo que ha pasado, y así gastas de él como de caudal colmado y abundante, siendo contingente que el día que tienes determinado para alguna acción sea el último de tu vida. Temes como mortales todas las cosas, y como inmortales las deseas. Oirás decir a muchos que llegando a cincuenta años se han de retirar a la quietud, y que el de sesenta se jubilará de todos los oficios y cargos. Dime, cuando esto propones, ¿qué seguridad tienes de más larga vida? ¿Quién te consentirá ejecutar lo que dispones? ¿No te avergüenzas de reservarte para las sobras de la vida, destinando a la virtud sólo aquel tiempo que para ninguna cosa es de provecho? ¡Oh cuán tardía acción es comenzar la vida cuando se quiere acabar! ¡Qué necio olvido de la mortalidad es diferir los santos consejos hasta los cincuenta años, comenzando a vivir en edad a que son pocos los que llegan!” (texto citado en “Pierda tiempo, viviendo despacio transcurre la vida” de Ciro Marcondes Filho, Ed. San Pablo, 2006).

Hna. María de la Paz Carbonari, ddm